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lunes, 22 de abril de 2013

Post-modernidad y post-deporte



Las grandes civilizaciones se sostienen gracias a los mitos, a las narrativas que dan sentido a la esperanza social, que socavan el miedo colectivo. La modernidad (occidental) se ha apoyado en mitos: el bienestar social, el pleno empleo, el colectivismo, etc. Pero tales discursos empiezan a desgastarse en el crepúsculo del siglo XX. El desencanto de los valores de la modernidad abre la puerta al temor y la incertidumbre de las acciones contemporáneas del ser humano. La modernidad era un canto al futuro, a la idea de progreso. La post-modernidad es, en cambio, el miedo al futuro que puede obligar a resguardarse en el pasado, recuperando la nostalgia como una herencia idealizada (artesanía, búsquedas de raíces genealógicas, antigüedades ...) (Díaz 2003). La sociedad está cambiando en un devenir todavía incierto y cada vez más complejo, también para los analistas, que para referirse a "lo que está ocurriendo" hacen uso del prefijo post(modernismo, fordismo, industrialismo, materialismo, etc.). Esto señala a las claras que no existe una denominación evidente para reflejar el nuevo modo de relaciones sociales al que nos lleva el actual ciclo de crisis de valores modernos. Podemos sin embargo tratar de sintetizar los rasgos distintivos de la post-modernidad para analizar cómo estos procesos están relacionados con el sistema deportivo (Sánchez 2003a).

- Un proceso de personalización multiforme que lleva a la realización de prácticas a la carta.
- El narcisismo contemporáneo como corporeísmo que implica el relevo de la ética por la estética.
- La multiplicación de los sistemas de valores y de los universos simbólicos.
- El aumento del poli culturalismo que provoca que ya no haya una identidad, sino identificaciones múltiples.
- El desarrollo de la sociedad de la comunicación generalizada conceptualizada como sociedad informacional.
- El tribalismo como medio de integración, donde el ámbito de socialidad son los micro grupos.
- La extensión de las solidariedades blandas como compromisos efímeros y solidaridades débiles.
- La aparición de la conciencia ecológica y sus consecuencias globales de nuestras acciones.
- La conciencia de vivir en sociedades de riesgo, de que la vida se desarrolla en los límites.
Además hay que considerar el cambio de las coordenadas que sostenían la modernidad: el espacio y el tiempo (Horcajo 2003). En el post-modernismo no hay bases sólidas para marcar líneas divisorias entre local y global. Con la globalización el mundo se encoje y la creación de un ciberespacio contribuye a la disolución de los confines. Esto debilita la sensación de vivir dentro de una geografía local y aumenta la de estar en un espacio cultural universal. Se modifica también la percepción tradicional de tiempo, ahora caracterizado por la velocidad y, consecuentemente, por el cambio. La necesidad compulsiva de buscar siempre lo nuevo y lo diferente lleva a vivir el tiempo más rápidamente y a acelerar exponencialmente el ritmo de vida (siguiendo también los ritmos apremiantes de la sociedad de la información y de la comunicación). Una de las consecuencias más inmediatas del diferente modo de entender el tiempo y el espacio es la existencia de una hiperrealidad: la realidad se nos confunde, se nos mezcla con la cultura creciente del consumo de imágenes y de espectáculos. El entretenimiento "espectacular" es central en la vida de hoy pero la constante mezcla de imágenes promovida por el espectáculo nos lleva a la confusión de la realidad que nos rodea, a una hiperrealidad, donde, según la definición de Eco (1973), se da una abolición de la distinción entre la cosa real y la imitación.
Y ello ha tenido su correspondencia en el ámbito del sistema deportivo que se ha complejizado, personalizado, espectacularizado y globalizado. No substituido, sino superpuesto y ampliado. Los rasgos que caracterizaban el modelo del deporte moderno por lo que hace referencia a los tipos de deportes, características sociológicas de los practicantes, valores de referencia (competición, récord, ...), redes asociativas (clubes, federaciones), tipologías organizativas, etc., se han visto descentrados y desplazados por la creciente proliferación de nuevos modelos que han ocupado el espacio deportivo. En el deporte hoy de hecho se desvanecen también buena parte de los mitos fundacionales. Estudios de prospectiva aplicada, como el llevado a cabo por Porciello (1995a), han dibujado las líneas básicas de la actual dinámica deportiva, en la cual se identifican señales de renovación de las prácticas y una transformación de aspectos estructurales.
a.   Tendencia a la individualización y personalización de las prácticas, consecuencias de la necesidad de realización y de autonomía personales en la elección y en la manera de practicar las diferentes actividades (hay cada vez más especializaciones de los deportes clásicos: el baloncesto por ejemplo se puede traducir en mini basketbasket en silla de rueda, beach basketstreet ball, etc.).
b. Combinación e hibridación de diferentes prácticas deportivas, que permite hacer un "zapping deportivo" y obtener actividades con fuerte impacto mediático y emocional. La búsqueda de expresividad (y, por otra parte, de crear nuevas necesidades de consumo) genera un universo mestizo y diferenciado de nuevas prácticas motor-bikeair-surfingparaglidingbunge-jumpingfitnessfreeclimbing, etc.).
c.   Tecnologización como símbolo de modernidad e innovación, que causa una "artificialización" del deporte a través de instrumentos para mejorar las performances y modificar los movimientos y la manera de apropiarse del cuerpo.
d. Puesta en escena de la aventura y el riesgo.
e.   Difusión de las prácticas e incorporación de diversos colectivos sociales como personas con discapacidad, tercera edad, etc.
f.   Deslocalización y ecologización de las prácticas clásicas. Se privilegia el contacto con la naturaleza y el aire libre.
g.   Feminización tanto por el número de mujeres practicantes como por los valores que acompañan las nuevas modalidades.
Si en la modernidad se habla de rigidez (con directa relación al fordismo), en la post-modernidad el imperativo es la flexibilidad. Los "post-deportes" son prácticas circulares, flexibles, fugaces, en lo que el espectáculo es una condición de la práctica. No cabe duda que estamos hablando de una nueva forma de compromiso con implicaciones en muchos ámbitos del sistema deportivo ya que se realiza al margen de los actores institucionales tradicionales. En efecto el descenso en la práctica de los deportes modernos tradicionales tiene consecuencias inmediatas y deja el lugar a las nuevas prácticas lúdico-deportivas, que pueden realizarse en espacios colectivos no convencionales, deportivizando la ciudad (como los deportes urbanos, el footing o el roller) o en nuevos lugares, templos del cuerpo, como los gimnasios para el  fitness. Lo que legítima las nuevas formas de deportes, en particular, es la emoción corporal, el placer que debe ser experimentado aquí y ahora, la auto-expresión, lo divertido, la forma física y psicológica, los cuales son emblemas de la actual cultura individualista occidental (Horcajo 2003).
Hoy como ayer, el deporte sigue siendo de hecho una vía, un medio de compensación del aburrimiento, de la rutina y de la ausencia de experiencias emocionales. Es una búsqueda de otros estados de conciencia a través de experiencias transformadoras o físicamente estimulantes, que causan un cambio cualitativo en la sensación de estar vivo.

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